domingo, 6 de mayo de 2018

Nace el último zar ruso (6 de mayo de 1868)


 “Háganles saber (a la gente) que, dedicando todos mis esfuerzos a la prosperidad de la nación, preservaré los principios de la autocracia tan firme e inquebrantablemente como mi difunto padre de la memoria imperecedera.”
-Nicolás II de Rusia-
Por Gabriel Macías Nito
La historiadora Catherine Merridale plantea que el rey británico Jorge V intentó poner a salvo a su primo el zar Nicolás II, la escritora expone en su novela 'Lenin en el Tren', que había un plan secreto para rescatar a la familia real rusa durante las primeras semanas de su detención cuando la Revolución rusa había estallado.

El supuesto plan fracasó y Nicolás II y su familia pasaron sus últimos días recluidos en un monasterio en Ekaterimburgo. Meses después, el zar, su esposa Alexandra y sus cinco hijos fueron asesinados a tiros. 

Finalizaba así la larga y rica historia imperial.
Nikolái Aleksándrovich Románov; según el calendario ortodoxo, nació el 6 de mayo de 1868. Fue ejecutado a los 49 años junto a su familia. Hijo de Alejandro III, gobernó desde la muerte de su padre, el 20 de octubre de 1894, hasta su abdicación el 2 de marzo de 1917, cuando renunció en su nombre y en nombre de su hijo heredero al trono, el título pasó, solo nominativamente a su hermano, el gran duque Miguel.

Durante su reinado vio como el Imperio ruso paso del desarrollo industrial a una debacle política y militar. Fue apodado «Nicolás el Sanguinario» por los críticos debido a la Tragedia de Jodynka, el Domingo Sangriento y por los pogromos antisemitas. Como jefe de Estado, aprobó la movilización de agosto de 1914 que marcó el inicio de la Primera Guerra Mundial, y las derrotas sifridas en la Gran Guerra llevaron a la revolución y la consecuente caída de la dinastía Románov.

Nicolás fue un determinado autócrata, heredó las rígidas reglas imperiales  de su padre. Lo que no heredó fue la mano dura de Alejandro III, su padre.  Dio seguimiento al trabajo que habían iniciado sus predecesores, lo que llevó a Rusia a un rápido crecimiento económico y comercial, pero aquella riqueza solo beneficiaba a los nobles y poderosos burgueses.

Devoto a su esposa, fue influenciado por Alexandra, y Rasputín con quienes compartió sus puntos de vista sobre el gobierno y el imperio. Creyó que la autocracia era para el bien de Rusia y debía preservarse a toda costa.

En 1904, llevó a Rusia a una embarazosa derrota contra Japón, lo que arruinó el prestigio de la monarquía, esto condujo a la revolución en 1905 y para aliviar la ola de oposición y recuperar el apoyo, Nicolás II abrió la Duma Estatal, primera asamblea representativa elegida nacionalmente de Rusia para darle voz al pueblo. Sin embargo, la inquietud continuó y en 1914 el zar se sintió obligado a prevenir una invasión alemana de Europa y llevó a Rusia a la Primera Guerra Mundial, el resultado fue devastador, el ejército ruso sufrió grandes pérdidas y fue derrotado, lo que provocó una crisis política.

El aumento de los precios y la escasez de alimentos tensaron las relaciones entre el gobierno y la gente común, que habían llegado a odiar la guerra culpó al zar y en 1917 el movimiento revolucionario estalló y Nicolás II finalmente fue obligado a abdicar, y todo el poder fue transferido al Gobierno Provisional.

Los bolcheviques, que desde noviembre de aquel histórico 1917 se habían hecho con el poder, le mantuvieron prisionero hasta que tanto él como su familia fueron ejecutados en la noche del 16 al 17 de julio de 1918.

Nicolás II; su esposa, la emperatriz Alexandra Fiódorovna; su hijo, Alexis Nikoláievich y sus cuatro hijas, las grandes duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia, fueron canonizados en 2000 por la Iglesia ortodoxa rusa en virtud de su resignación ante la muerte.



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