jueves, 22 de marzo de 2018

Rebelión de Pogachov (22 de marzo de 1774)


“Por muy poderosa que se vea el arma de la belleza, desgraciada la mujer que sólo a este recurso debe el triunfo alcanzado sobre un hombre”
- Catalina II la Grande –
Por Gabriel Macías Nito
Se sabe muy poco sobre la vida de Yemelián Pugachov antes de la Insurrección Campesina que desestabilizó el imperio hacía 1773. Nació alrededor de 1742 en Zimoveiskaya a lo largo del río Volga. Fue el menor de cuatro hijos. Su padre era un cosaco, una especie de mercenario que brindaban servicios a los gobernantes vecinos del sur de Rusia y Ucrania, por tanto, Pugachov, estaba destinado a convertirse en un cosaco, y unirse a las tropas rusas si alguna vez surgiera una guerra.

A los 17 años se casó con una chica cosaca, con quien tuvo cinco hijos. Pero lo más  destacado de este personaje, es que fue un pretendiente al trono de Rusia, intentó destronar a Catalina II la Grande y lideró una insurrección poniendo en vilo el gobierno de esta reacia zarina.

Fue así, que el cosaco líder de la insurrección Campesina de los años 1773–1775, aprovechándose de los rumores de que el emperador Pedro III, no había muerto que intentó usurpar el trono. Pedro III había sido destronado por su propia esposa y fue apoyada por los  nobles para ejecutar al zar.
En estas estas confusas circunstancias y advirtiendo el desencanto que vivían las clases bajas en Rusia, que, Pugachov comenzó a organizarles contra los gobernantes y, finalmente estalló una revuelta en 1772. Pugachov era un rebelde por naturaleza y decidió aprovechar la ola de la agitación general y la confusión con respecto al asesinato de Pedro III para reclamar el trono de Rusia.

El 22 de marzo de 1774, Pugachov y sus tropas sitiaron la ciudad de Orenburg y buscaron convertirla en su cuartel general. La insurrección rápidamente se propagó a otras ciudades y para cuando se desplegó una fuerza imperial para sofocarla, se había extendido desde los Urales hasta el Volga.
Miles abandonaron sus hogares para unirse a los insurgentes, cuyo número significativamente. Catalina II tardó en responder. Rusia nunca había visto un levantamiento tan masivo contra el estado. La fiebre de la insurrección se había extendido a todas partes del imperio y amenazaba con derrocar todo el orden político y social de Rusia.

El camino a San Petersburgo estaba despejado, y Catalina, ahora profundamente alarmada por la proximidad de la revuelta, envió nuevos contingentes contra Pugachov. Finalmente, el ejército imperial tuvo éxito y logró aplastar la amenaza. .
Pugachov fue capturado e interrogado durante un mes antes de ser condenado a muerte y enviado a Moscú. Catalina II quiso mostrar públicamente su poder con su ejecución. El líder fue decapitado y públicamente descuartizado, las partes de su cuerpo fueron expuestas por toda la ciudad, antes de ser quemado el 10 de enero de 1775.

A pesar del triunfo de Catalina, la conmoción de la Revuelta Campesina comprometió su reputación en Europa. El temor de una nueva rebelión provoco una serie de crueles reformas a la servidumbre, leyes que fueron reforzadas por sus sucesores en un intento de mantener su seguridad, y esta vergonzosa condición se mantuvo hasta 1861.

La forma de vida en la que el imperio vivió desde entonces afectó profundamente el crecimiento de la economía rusa, mientras que Europa ya había entrado en la era industrial. Algunos historiadores creen que los efectos de aquel momento persiste hasta el día de hoy.


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