domingo, 11 de marzo de 2018

El temor de Pablo I (11 de marzo de 1801)


“El nido todavía está tibio, el pájaro no puede estar lejos”
-Conde Palen-
Por Gabriel Macías Nito
Pável Petróvich, conocido como Pablo I de Rusia, bisnieto de Pedro el Grande, nació el 20 de septiembre de 1754 en San Petersburgo. Hijo de Pedro III y de la zarina Catalina II, la Grande, quien hizo todo lo posible para su vida o fuera lo menos placentera posible.

Debido a las pretensiones e intrigas políticas en el imperio ruso, Pablo estuvo prácticamente desprovisto del amor de las personas cercanas a él. A pesar del parecido de Pablo con su padre, en la corte siempre se rumoreo que el niño era fruto de los amoríos entre Catalina y el favorito de esta, Sergei Saltykov, un famoso hombre guapo de su tiempo.

Cuando Pablo tenía 7 años, su padre subió al trono con el nombre de Pedro III y 186 días después Catalina y su favorito conspiraron en su contra y tras un golpe de estado Catalina subió al trono como Catalina II que reino los siguientes 34 años.  

Durante la infancia, Pablo fue apartado del lado de su madre, era considerado un niño inteligente y hermoso, lo que cambiará a sus 17 años cuando sufre un ataque de tifus que afeará las facciones de por vida. En la década de 1770, un grupo de nobles relacionados con Pablo contemplaron la posibilidad de un nuevo golpe para deponer a Catalina y transferir la corona a Pablo, pero nada de esto se llevó a cabo, Catalina reinó hasta su muerte.

Pablo accedió al trono a los 42 años, en 1796, tras la muerte de su “querida madre”, a lo largo de su vida, Pablo temió ser envenenado, particularmente durante el tiempo en que todavía era un sucesor del trono. Incluso tuvo un chef de Inglaterra que preparaba sus comidas.

Pero no fue el envenenamiento lo que acabó con su vida la noche del 11 de marzo de 1801. Fue la alta sociedad de Rusia; que, estando en contra de Pablo planearon arrestarlo y posteriormente obligarlo a renunciar en favor de su hijo, pero las cosas tomaron un rumbo diferente.

Aquellos nobles, una noche de copas, embriagados de champaña, llegaron al Palacio donde residía el zar, y derribando objetos y sirvientes, llegaron a la habitación de Pablo que había intentado escapar sin lograrlo y se escondió detrás de una cortina.

Al no encontrar al emperador en su cama, los conspiradores entraron en pánico y pensaron que su plan había sido descubierto y esto podría ser una trampa, el conde Palen tocó las sábanas de la cama del zar y se percató que aún estaban tibias.

Registraron la habitación y encontraron a Pablo indefenso tras la cortina, comenzó el forcejeo y Pablo fue derribado y estrangulado hasta su muerte. Un médico que llamaron los conspiradores trabajó en el cuerpo de Pablo para cubrir los hematomas y hacer que pareciera una muerte natural, pero a pesar del maquillaje, las marcas negras y azules en la cara del zar pudieron verse aún cuando yacía en su ataúd.

Fue sucedido por su hijo  Alejandro I. Se cree que Alejandro dio a los conspiradores su aprobación para llevar a cabo el plan de matar a su padre y así, el temor con el que siempre había vivido Pablo fue consumado, ser asesinado.


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