sábado, 21 de octubre de 2017

Lidia Lopokova (21 de octubre de 1892)

“Dios, úneme con una buena bailarina”.
-William Shakespeare-


Sus últimos años los vivió excéntricamente, murió a los 89, 1981, Lydia. Quien se había reconocido como una de las mejores bailarinas del siglo XX, era una anciana agradablemente desvergonzada, tomaba el sol desnuda o asistía a los grandes eventos londinenses en bata.

Lidia Lopokova nació en San Petesburgo el 21 de octubre de 1892, como bailarina, estaba un nivel debajo de las grandes bailarinas imperiales de su época; pero su atrevida personalidad la llevaba a sus ejecuciones, lo que le valió ser una de las favoritas de los coreógrafos modernistas.

En su juventud, su vida amorosa era igual de atrevida que sus ejecuciones, su primer matrimonio fue con el famoso productor de ballet, Diaghilev, tuvo sus amoríos con Stravinsky y un misterioso general blanco ruso la llevó a un colapso nervioso y a una desaparición de 18 meses.

Pero después de la Primera Guerra Mundial, se hizo muy popular en Londres, donde conoció al muy afamado economista ingles Maynard Keynes y la atracción de los opuestos funcionó con su magia química, Keynes quedó cautivado por la “locuas” bailarina y tras un romance, se casaron en 1925.
Keynes era un barón, y ella no era bien recibida en los círculos británicos, Lopokova lo tomó todo con calma y con el tiempo la animosidad se suavizó y fue aceptada en la elite británica. Era feliz con su marido y esto le fue retirando de los escenarios hasta que tras un infarto de su marido en 1937 definitivamente dejó de bailar y se dedicó exclusivamente a atenderle.

Fue una viuda solitaria, pero rica, y no mostró resentimiento o deseo de pensar en las glorias pasadas, se fue desvaneciendo en sus recuerdos sin quejarse, su “el genio de su personalidad y su historia de amor” le volvieron una leyenda digna de novela.


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