martes, 17 de octubre de 2017

Colapsa tren imperial (17 de octubre de 1888)

“Ningún hombre sabio o valiente se coloca en las vías de la historia y espera a que le pille el tren del futuro”. 
-Dwight Eisenhower. 34º presidente de Estados Unidos-


Alejandro III de Rusia y la familia imperial estaban camino a San Petersburgo, regresaban de Crimea, y contrario a las reglas ferroviarias del aquellos tiempos, el tren excedía los quince vagones permitidos, muy por encima del límite de seguridad, iba a exceso de velocidad y te ansportado por dos motores de vapor, una combinación que causaba, además de sorpresa por no ser un sistema común de aquellos tiempos, vibraciones. Para muchos técnicos expertos, todas estas fueron las causas del fatal accidente y ocasionaron el descarrilamiento cerca de la estación de Borki, en la antigua gobernación de Jarkov del Imperio ruso (actual Óblast de Járkov de Ucrania).

El desastre del tren de Borki, como se le conoce en la historia a esta tragedia ocurrió el 29 de octubre de 1888, 17 de octubre en el calendario juliano. El tren imperial descarriló a alta velocidad. Murieron veintiún personas en el lugar del accidente y dos más tarde, muchas más resultaron heridas.

Según la versión oficial de los acontecimientos, el zar Alejandro III se comportó como un héroe y logró salvar a toda la familia real. Sostuvo el techo derrumbado del vagón donde viajaba la familia imperial sobre sus hombros mientras su familia escapaba ilesa del sitio del accidente.

La historia de la salvación milagrosa se convirtió en parte de la tradición contemporánea y propaganda del imperio. Se celebró la supervivencia de los Romanov. En la visión de la iglesia ortodoxa, la salvación de la familia imperial fue aclamada como intervención divina por el Soberano y presagiaba un futuro próspero para la familia Romanov. Tres décadas después Rusia estaría en plena revolución, y Nicolás había sido ejecutado por los Bolcheviques.


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