martes, 26 de julio de 2016

AUGURIOS OLIMPICOS (18/33)

 
東京 1964 (18/33)
Japón, es una sucesión de hechos aislados, ocurridos en el archipiélago influenciados por su geografía, con una propia manera de ver al mundo. Visualmente, su sistema gráfico de escritura fue influenciado por la cultura China, pero su historia, pensamiento y lenguaje son completamente distintos. Por siglos, sistemática y estratégicamente se opusieron a ser influenciados por occidente. Cuando en el siglo XIX Europa dominaba al mundo, Japón le resistió heroicamente y los nipones decidieron en que momento “adoptar” la cultura occidental con todas sus características y consecuencias; desarrollo económico e industrial, costumbres, expansión y dominio. Cuando lo hicieron fue con toda su fuerza, carácter y determinación. Junto con Alemania se convirtió en uno de los dos grandes antagonistas de la Segunda Guerra Mundial. Al iniciar el mayor conflicto del siglo XX dominaba todo el Océano Pacífico.  El Imperio del Sol Naciente solo pudo ser abatido tras la detonación de la mayor arma de destrucción masiva utilizada en ataque y sobre un objetivo específico, La Bomba Atómica, fue el caso de las ciudades de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945 y Nagazaki el 9 de agosto del mismo años. El recuento de los daños habla de al menos 250,000 fallecidos y muchos miles de personas afectadas décadas después por los efectos de la radiación. Japón en voz del emperador Hiroito se rindió, el país hizo un alto total, las potencias vencedoras mantuvieron la figura del emperador, y controlaron su industria por algún tiempo sin convertirlo en un territorio ocupado, como si  fue el caso de la Alemania ocupada. El esquema de nación industrial y sus vínculos a la tradición cultural de origen le dieron la fuerza para recuperarse, y vaya que si lo hicieron.

Diecinueve años, dos meses y un día habían transcurrido entre la detonación de la última bomba en Nagazaki y el inicio de los Juegos de la  XVIII Olimpiada por primera vez en la historia el olimpismo llegaba a tierras asiáticas. El nombramiento de Tokio como ciudad anfitriona de esta justa deportiva mundial confirmó la readmisión de Japón a la comunidad internacional después de la Segunda Guerra Mundial y los Juegos tuvieron un profundo impacto en la capital y en la nación del sol naciente. Nunca en su historia Japón había recibido tal cantidad de extranjeros de todo el mundo, reunidos en un “trozo” de tierra tan pequeño y pródigo y en un periodo tan corto.

A Tokio ya se le había designado sede para albergar los Juegos Olímpicos de 1940, tuvo que declinar a organizar el evento debido a los conflictos bélicos que en 1937 la nación tenía con China, para la edición de 1940 se había designado a Helsinki como sede alterna, el estallido y evolución de la Segunda Guerra mundial provocaron la cancelación definitiva de los juegos de 1948, la reunión olímpica no volvió hasta 1948 en Londres; vinieron después las ediciones de Helsinki en 1952, Melbourne en 1956 y los juegos de Roma de 1960, que habían sido espectaculares.
Los anfitriones nipones invirtieron fuertes cantidades de dinero en sus nuevas y vanguardistas instalaciones deportivas, así como en la mejora de la infraestructura de una ciudad que para aquellas fechas ya contaba con diez millones de habitantes. Diseños arquitectónicos extraordinarios e icónicos; el estadio de natación llevó a Avery Brundage, presidente del COI a llamarlo una “catedral de los deportes”, la sala de judo, se inspiró en los templos japoneses tradicionales, el 1 de octubre de aquel año el tren bala entre Tokio y Osaka hacía su primer recorrido a la espectacular velocidad de 250km/h. En fin todo un alarde de vanguardia, tecnología, organización y entusiasta hospitalidad hicieron que el mundo, sorprendido, no tuviera más remedio que dejarse asombrar antee la fascinante cultura japonesa pasada y presente, y reconocer la espectacular recuperación de este magnífico pueblo.
Era el momento de sentarse en sus cómodas salas y modernos televisores (a color que ya los había, pocos pero ya había) y disfrutar “live and via satellite the Games of the XVIII Olympiad (第十八回オリンピック競技大会). The NTSC satelite system, gave to CBS the possibility to broadcast the Olympics and provided an opportunity for the TV industry in Japan to foray into the world market, in addition to showing the world the high level of broadcasting technology form Japan y a colores”, en English suena más nice, don´t you think?”.

Por fin y después de años de preparativos llegó el día inaugural, era 10 de octubre y la propia ceremonia fue un acontecimiento memorable. A las 13h 50m hora de Tokio, las fanfarrias anunciaban el arribo al Estadio Olímpico Nacional del emperador Hirohito, su esposa y el presidente del COI. Al emperador se le veía desde el palco de honor vestido en un elegante y sencillo traje negro, en medio de la multitud de 75.000 personas en el nuevo y flamante recinto olímpico.
14h 00m, cumpliéndose milimétricamente el programa previsto, nuevamente las fanfarrias daban la bienvenida a los atletas y su marcha estuvo enmarcada en los más tradicionales cánones del ritual olímpico y japonés. Musicalmente destacó el contraste de ritmos modernos, unida a los sonidos de las campanas de los templos budistas, con la tradicional música de marcha compuesta por el japonés Yūji Koseki (https://www.youtube.com/watch?v=p2Oz89K6o1Y) marcha que acompaño y dio ritmo al desfile de los atletas. Grecia, como ya era tradición venía al frente, le siguieron las delegaciones en el orden alfabético japonés, lo cual hacia que los países de presentaran en lugares “poco” comunes. Los estadounidenses llevaban un gran sombrero tejano que levantaron al paso del palco de honor, los indios de turbante púrpura, ghaneses en túnicas típicas color azafrán, alemanes volvieron a desfilar como una sola nación, México, sede de la siguiente olimpiada marchaba elegantemente vestido con un rojo bandera y falda y pantalón blanco, Nigeria hacía su primera aparición elegantemente vestidos en típicas ropas blancas. Finalmente el contingente japonés, en la última posición, casi con el mismo uniforme que la delegación mexicana, la diferencia era que llevaban el “Hinomaru” (bandera nacional), lo que fue, junto con el emperador, otro símbolo del pasado imperial de Japón.
El presidente del COI agradecía la hospitalidad al pueblo japonés, anunciaba una asistencia record, 93 países, estaba orgulloso de celebrar los primeros juegos en Asia. Pidió entonces al emperador Hiroito, que como un asistente más había disfrutado la marcha de los atletas, pronunciara el discurso oficial. Con una actitud más respetuosa que imperial, el emperador, se levantó de su asiento, se detuvo unos segundos y parecía que, en silencio, daba las gracias al mundo por la readmisión de Japón en la sociedad internacional, pronunció entonces la declaratoria oficial, los juegos habían comenzado, se escucharon 21 salvas, y tambores acompañaban la entrada de la bandera olímpica. Mientras la bandera era izada se entonaba el himno. Miles de globos con los cinco colores olímpicos volaban por el estadio.
Llegó el momento de encender el pebetero. La llama olímpica parecía querer reproducir la Ruta de la Seda hecha por Marco Polo más de setecientos años atrás. Se había encendido como las últimas ediciones en Olimpia y de ahí comenzó su recorrido hacia donde nace el sol. Trasportada por cientos de relevistas de diversas ciudades asiáticas; Estambul, Beirut, Teherán, Lahore, Nueva Delhi, Rangún, Hong Kong, la viero pasar, hasta llegar a Japón, Okinawa, viajó por tierras que no había pisado antes y a su paso, dejaba maravillados a todos quienes habían sido testigos de su calor.
El fuego entró al estadio, en manos de Yoshinori Sakai, la prensa lo llamó “Atomic Bomb Boy”, un joven de 19 años de edad, estudiante-atleta nacido en Hiroshima sólo unas horas después de la detonación de la bomba, dio una vuelta al estadio, se puso frente a la escalinata y subió un tramo de 179 escalones para depositar el fuego en un pebetero. Sonaron trompetas, cañones rugieron y un acrobático equipo de demostración de Jets F-86 dibujaba en el cielo azul los cinco anillos olímpicos. La ceremonia finalizó tras el juramento que, en nombre de todos los atletas que competirían hacía Takashi On, un veterano de 33 años. Su deporte, gimnasia, compitió en los Juegos Olímpicos de 1952, 1956, 1960 y 1964, en las ediciones anteriores a Tokio había ganado cinco medallas de oro, cuatro de plata y cuatro de bronce, ninguna en sus juegos.

163 eventos en 19 disciplinas; 5,140 (863 mujeres, y 4,457 hombres). Estados Unidos logro la parte más alta del medallero con 36 oros, 28 platas y 28 bronces; La URSS debió conformarse con la segunda plaza y Japón Tercero.

¿2 de octubre no se olvida?…Está será la siguiente entrega, la (19/33)


Στο επανιδείν!

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