“Tusaukeser” (cortar los hilos). En
el idioma kazajo significa “presentación”.
En diciembre de 1991 tras el
desmembramiento de la URSS, la República Socialista Soviética de Kazajstán
celebró sus primeras elecciones presidenciales y declaró su independencia. A
partir de aquel año este nuevo país ha trabajado por ser reconocido ante el
mundo, establecer reformas administración, estabilidad económica y usar la
cultura e historia kazaka como eje de unión e identidad.
La región que hoy es Kazajstán
fue colonizada por tribus tucomanas desde el siglo VIII d.C. y Gengis Kan le
incorporó al Imperio mongol en el siglo XIII. Los kazakos, una mezcla de
pueblos mongoles y turcos, surgieron en torno al siglo XV. Las incursiones
rusas en el actual territorio de Kazajstán comenzaron en el siglo XVI y para
finales del siguiente siglo se habían desarrollado relaciones formales entre el
gobierno zarista de Rusia.
Fue a partir del siglo XVIII que
al imperio ruso comenzó a interesarle dominar estas tierras, se establecieron una serie de fortificaciones
y asentamientos para defenderse de los ataques zaristas hasta que el 9 de
octubre de 1731 el Khan Abulhair se rendía ante el acoso y adoptó la ciudadanía
rusa, con ello Kazajstán era adherida al Imperio Ruso.
Formó desde entonces parte de
Rusia imperial y después se convirtió en una de las repúblicas de la URSS, las
diferencias étnicas con la Rusia eslava provocaron fuertes conflictos, por lo
que desde 1920, autoridades soviéticas bajo el régimen de Stalin desarrollaron
una política de control forzado de la población kazaka.
Fue la última de las repúblicas soviéticas en declarar la independencia
tras la caída de la Unión Soviética en 1991. Kazajstán es un país que emerge en
medio de Rusia, China y los pueblos de Asia central. Un Estado de más de 17
millones de habitantes configurado por numerosos grupos étnicos y convivencia
de creencias religiosas; musulmanes, cristianos, ortodoxos, todos tratan de
configurar la nueva identidad kazaja inmersos en reformas, estabilizar su economía.
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