Las calles de San Petersburgo son
solitarias y fantasmas arquitectónicos le siguen por la ciudad, los faroles son
esclavos de la noche que es fría, toda la ciudad se levantan ante él.
En 1916, Borís Nikoláyevich Bugáiev
publicaba una enigmática y casi surrealista obra, el título, “Petesburgo”, una
novela donde el protagonista es una ciudad, esta, tiene vida y toda ella “es un
ser viviente” que posee extrañas y fantásticas distorsiones. Los personajes
humanos son simple habitantes, están desconcertados de la ciudad que les
intoxica y les envuelve en su bruma.
La novela Petersburgo ("Петербург"), está valorada como una
de las mejores novelas del siglo XX, y es considerada la obra maestra de Andréi
Bely. Ambientada en la época de la Revolución rusa de 1905. Petesburgo narra
las aventuras de un joven revolucionario, Nikolái Ableújov, que debe asesinar a
su propio padre, un senador zarista. La descripción que hace Bely de, en aquel
entonces la capital del Imperio Ruso, San Petesburgo, es tan fascinante, que la
trama se vuelve secundaría, poco interesan los motivos del asesinato. La ciudad
es el verdadero protagonista.
Andrei Bely, seudónimo de Borís
Nikoláyevich Bugáiev, nació en Moscú el 26 de octubre de 1880. Uno de los
máximos representantes de la literatura rusa del siglo XX y parte del
movimiento simbolista, escandaloso por los puristas de la Rusia zarista. Esto
obligó a Boris Bugayev a convertirse en Andrei Bely para evitar la vergüenza de
su distinguido padre. Abandonó Rusia en 1906 a medida que empeoraba la
situación política, instalándose en Múnich. Cuando regresó a su tierra natal,
se revigorizó y estuvo listo para utilizar sus reservas de energía literaria
reprimidas convirtiéndose en un reconocido novelista.
Bely permaneció activo y prolífico hasta su temprana muerte en 1934,
produciendo poemas, ensayos sobre cultura, literatura y filosofía y, en los
años 1920 y 1930, una serie de novelas bajo el título colectivo de Moscú que
nunca se completaron.
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