25 de Noviembre. Santa Catalina de Alejandría
¡Noviembre, “de Todos los Santos”!
“No me llamo Braulio, soy el Pequeño Edgar”
Esa fue la
escena final de la famosísima y aclamadísima telenovela “Cuna de Lobos” y todo
México quedó en shock con ese inesperado final. La despiadada Catalina Creel había dejado sembrada la
semilla de la maldad en su nieto. Después de esta novela, el mundo de los
villanos no volvería a ser el mismo.
Los esposos Catalina Creel
y Carlos Larios eran dueños del gigantesco consorcio farmacéutico llamado
Lar-Creel. Catalina le había hecho creer a todo el mundo que José Carlos, su
hijo mayor (su hijastro), le había arrancado el ojo derecho con un trompo
cuando era niño, haciéndolo vivir con un sentimiento de culpa, pero eso era
mentira. Catalina tramó toda esta historia, para que, Alejandro, que sí era su
hijo se quedara con toda la herencia del gigantesco emporio.
Junto con el hijo de Catalina, Alejandro
Larios, urden una trama para enamorar a Leonora Navarro, embarazarla y quitarle
su hijo, ya que Vilma De la Fuente, esposa de Alejandro era estéril y por ningún
motivo querían dejarle la herencia al hijastro José Carlos.
Toda la historia es una serie de
maldades de Catalina Creel contra Leonora, porque al robarle al niño, al cual
llamaron Edgar, decide vengarse de ambos y recuperan a su hijo, seduciendo a su
hijastro José Carlos, pero casándose con
él, en un plan destinado a recuperar a su hijo.
Finalmente todo se desmorona cuando su
propio hijo muere en un accidente de avión, el cual en principio llevaría a
José Carlos y Leonora. Catalina había puesto azúcar en el combustible
asesinando a su hijo, esto no lo puede soportar y viéndose acorralada se suicida.
Cinco años después, Braulio, primogénito de
Leonora, está jugando junto con su hermano José Carlos Jr, en la habitación en
la que Catalina se suicidó y a la que sus padres les prohíben entrar. El niño
se pone en el ojo el que fue su parche y dice las memorables palabras:
"No soy Braulio, soy el pequeño Edgar"
FIN
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