“Gobernar Rusia no es difícil, pero es inútil”
Entre las muchas anécdotas que se cuentan del zar, destaca la visita de Alejandro
II a una pequeña ciudad rusa, sorpresivamente decidió visitar una iglesia en la
que se celebraba una multitudinaria misa. El jefe de policía local, que no lo
había previsto, se puso delante del emperador y empezó a empujar a la multitud
para hacer sitio a su Alteza. “¡Con reverencia! ¡Con respeto!”, gritaba,
golpeando a la gente con los puños. Al escuchar las palabras del policía, el
emperador se echó a reír, y dijo “ahora entiendo cómo se enseña en Rusia a
mostrar reverencia y respeto al zar”.
El 3 de marzo 1855 Alejandro II,
conocido como “Libertador” por aplicar la ley que decretaba el fin de la
servidumbre, llegó al trono como el emperador del Imperio ruso tras la muerte
de su padre Nicolás I. Ascendió en medio de la Guerra de Crimea, un conflicto
devastador para Rusia, y en un momento en que se necesitaba desesperadamente un
cambio para que su imperio sobreviviera.
Alejandro nació en Moscú el 29 de abril de 1818. En su juventud dio pocas
muestras de sus habilidades para gobernar, pocos imaginaron que sería un
importante líder en momentos verdaderamente complicados. Una vez en el trono comenzó
a trabajar y fue capaz de poner en práctica las más difíciles reformas
emprendidas en Rusia desde el reinado de Pedro el Grande.
En 1856 puso fin a la Guerra de Crimea, debió aceptar que Rusia no estaba
destinada a ganar aquella guerra y firmó el Tratado de París que puso fin a las
hostilidades. Tras la creación de comités que estudiaron la necesidad de una
reforma, Alejandro II abolió la servidumbre en toda Rusia en 1861. Prohibió el
castigo corporal, estableció un mayor grado de autonomía regional, inició la
reforma judicial, modificó el sistema de enseñanza e implantó el servicio
militar universal.
Alejandro vivió historias de amores y aventuras dignas de novelas, tuvo muchas
amantes durante su matrimonio con Maria Alexandrovna, pero se enamoró
apasionadamente de Catherine Dolgorukova, una hermosa descendiente de una de
las familias más antiguas de Rusia. Mudó a su joven amante a unas habitaciones
del Palacio de Invierno de San Petersburgo con un acceso secreto que conectaban
con los aposentos del zar e intercambiaron cartas de amor llenas de erotismo.
Alejandro II murió en un atentado en San Petersburgo el 13 de marzo de 1881, un miembro de un grupo revolucionario nihilista conocido como Narodnaya Volya (Libertad del Pueblo) arrojó una bomba al interior de su carruaje, logrando su objetivo, la muerte del zar.
El magnicidio causó un gran revés para las reformas del incipiente liberalismo ruso. La creación de un parlamente, uno de los últimos proyectos de Alejandro II quedó frustrado. Su hijo y sucesor, Alejandro III de Rusia, acabó con todos los esfuerzos de Alejandro II, fue un zar absoluto y déspota, probablemente de haber continuado con las reformas de su padre, la historia de Rusia se hubiera contado muy distinta.
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