“Cuando el trabajo es un placer, la
vida es bella. Pero cuando nos es impuesto, la vida es una esclavitud.”
- Máximo Gorki-
La historia de la servidumbre en
Rusia se remonta a 1649, cuando el zar Aleksey Mikhailovich promulgó un decreto
que prohibía a los campesinos abandonar sus tierras y les daba a los
terratenientes el control total de los campesinos. Este decreto fue seguido por
otros que privaron a los campesinos de su libertad personal y los convirtieron
en verdaderos esclavos.
Los campesinos tenían que trabajar
para sus dueños y pagarles renta laboral, mientras que los propietarios tenían
el derecho de comprarlos y venderlos, a menudo separando a las familias; para
castigarlos; e incluso exiliarlos a Siberia por crímenes como intentos de fuga
o por tratar de eludir el reclutamiento del ejército.
La derrota en la Guerra de Crimea
(1853-1856) expuso todos los inconvenientes de la industria, la economía y la
agricultura rusa, y sirvió como detonante para las segundas reformas del zar Alejandro
II. Aquel conflicto provocó un caos económico, productivo y social. Se reclutó
en el ejército a los siervos campesinos y a los terratenientes de les
aumentaron los impuestos obligándoles a producir más, con menos siervos, de tal
forma que, quienes se quedaban a trabajar la tierra eran tratados brutalmente.
El país estaba listo para la revolución. Para evitar una catástrofe mayúscula, el 19 de febrero de 1861, el emperador Alejandro II llevó a cabo la primera y más importante de sus reformas: declaró la abolición de la servidumbre en el Imperio ruso, más que buscar una mejora a la gente, trató de estabilizar la economía rusa y evitar un levantamiento.
El “Real Manifiesto de la Abolición de la Servidumbre” otorgó libertad personal y derechos civiles a siervos. Los terratenientes se vieron obligados a darles parcelas. Sin embargo, nueve años después de la liberación, los campesinos todavía tenían que pagar el alquiler de la tierra y trabajar para los terratenientes.
La reforma hizo que Alejandro II se
conozca como “Libertador”, pero los términos ofrecidos por el Real Manifiesto
realmente apoyaban los intereses de los terratenientes y el gobierno, las
condiciones no fueron del todo satisfactorias, pero el Imperio tardaría varias
décadas para levantarse en armas.
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