“Para el realista no es la fe lo que nace del milagro, sino el milagro el
que nace de la fe. Si el realista adquiere fe, ha de admitir también el
milagro, en virtud de su realismo”.
- Fiódor Dostoyevski -
Por Gabriel Macías Nito
Considerado santo por unos y
farsante por otros, Grigori Rasputin ejerció un poder casi sobrenatural sobre
las mentes y voluntades de muchos, la familia del último zar de Rusia vivía bajo
su influencia. Pero, la poderosa fuerza mental de este monje se hizo valer porque
también influyó en la vida de nobles y poderosos. Los “milagros” de Rasputin entre la aristocracia rusa se conocían en todo el imperio y uno de los más célebres, fuera de los que se sabían de la familia real fue el de Anna Vyrubova, dama de compañía y amiga íntima de la emperatriz Alexandra.
El 15 de enero de 1915 Vyrubova se dirigía desde Tsarskoye a la residencia real y el motor del auto en el que viajaba se detuvo de repente y, los camiones detrás de ella se estrellaron contra su automóvil, causando que su auto se volcara. Recuperó el sentido en una choza cercana, cuatro horas más tarde llegó un médico que afirmó “se está muriendo”.
La emperatriz Alexandra, que había llegado al sitio poco después del accidente, y segura de que fallecería en cualquier momento, pidió la última confesión y llamó para ello al monje Rasputín.
A su llegada, Rasputin entró corriendo a la habitación y, sin saludar a nadie, tomó a Vyrubova a mano. Su rostro se oscureció, y los ojos, generalmente de color verde claro, de repente se volvieron blancos. Vyrubova gimió y se movió ligeramente sobre la cama, mientras Rasputin se enderezaba rápidamente y declaraba, "¡Ella estará bien!"
Anna Vyrubova sobrevivió al accidente, estaba más que agradecida con el hombre que le había salvado la vida. Por el resto de su vida lo trató como a un santo y ángel de la guarda, oponiéndose fervientemente a todos los enemigos de Rasputín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario