“No he nacido para un solo rincón. Mi patria es todo el mundo”.
-Séneca-
El águila bicéfala, la pieza central del emblema nacional ruso, fue
adoptada por primera vez en el siglo XV por el príncipe Iván III, después de su matrimonio con la
princesa bizantina Sofía Paleólogo. Solía ser el símbolo de estado del último
Imperio bizantino, que abarcaba tanto el este como el oeste. Al hacer uso de
este simbolismo, Iván dejaba ver las pretensiones que había de hacer ver que
Rusia era el último reducto de los
ortodoxos y heredero del Imperio Romano caído dos veces, en 476 por los
ostrogodos y en 1453 por los otomanos. Moscú se “convertía en la Tercera Roma”,
y toda Rusia heredaba la historia del Imperio romano.
Con los años, el emblema nacional sufrió una serie de transformaciones. En
el siglo XVI, el águila adquirió un escudo que representa a San Jorge matando
al dragón en su pecho. Finalmente, San Jorge se convirtió en el santo patrón de
Moscú. Desde 1654 en adelante, el águila fue representada con un cetro y un
orbe en sus garras.
A principios del siglo XIX, no había cánones sobre cómo representar el
emblema, y fue entonces que, el 11 de abril de 1857, el emperador ruso Alejandro II
estableció normas para la representación del escudo nacional del Imperio
ruso, que existió sin grandes cambios hasta el inicio del régimen soviético en
1917, y que volvió a utilizarse tras la caída de la URSS en la década de 1990.
En 1918, el gobierno soviético descartó todas las insignias imperiales,
reemplazando al águila por el legendario emblema soviético de la hoz y el
martillo. Hoy, las coronas imperiales representan la unidad y la soberanía de
Rusia. El orbe y el cetro se conservaron, independientemente de las objeciones
del Partido Comunista, como los símbolos heráldicos tradicionales del poder y
la autoridad.
El emblema moderno de Rusia fue instalado por decreto en 1993, para
simbolizar la continuidad de la historia rusa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario