AUGURIOS OLIMPICOS (33/33)
La Clausura también en un Augurio (33/33)
En las gradas se vuelve más
tranquilo,
Se derrite mejor tiempo de los
milagros,
Adiós, nuestra dulce Misha,
Vuelve a tu bosque de cuento de
hadas.
Durante la ceremonia de clausura de los Juegos de Moscú 80,
un globo gigante de la mascota Misha apareció flotando en el estadio, sostenía
un racimo de globos. La Unión Soviética, la poderosa nación, se despedía del
mundo de una forma verdaderamente sentimental. A la entrada de su mascota le
acompañaban las notas de la canción “Do Svidaniya, Moskava” (Adiós Moscú, en
ruso), interpretada por Lev Leshchenko y Tatiana Antsiferovay, y en el gran
mosaico central, se veía el rostro del tierno oso que derramaba un par de
lágrimas de su ojo izquierdo. Misha con sus globos fue liberado, mientras
seguía escuchándose esta nostálgica melodía, en el estadio no alcanzaban los
pañuelos faciales (porque en la URSS no había Kleenex) para secarse las
lágrimas. El gran globo del oso se elevó en el casi nocturno cielo de Moscú
hasta que se perdió de la mirada de los asistentes y en la señal que se
trasmitía por televisión. Fue un momento nostálgico, emotivo y entrañable en la
ceremonia de clausura de Moscú 80, y logró que, aun con lo turbulentos que
habían resultado estos juegos por el boicot del bloque occidental comandado por
Estados Unidos, fueran y sean recordados con cariño.
Aunque parezca contradictorio la Ceremonia de clausura es el
final y el principio, pues recordemos que la olimpiada es un ciclo (del latín cyclus), es ese periodo temporal que
tiene una duración de 4 años, una olimpiada, y, una vez finalizada, vuelve a
empezar. La Ceremonia de Clausura es el Augurio de la que está por comenzar. A
partir de los Juegos de los Angeles en 1984, es en esta ceremonia que se le
entrega la Bandera Olímpica de Amberes a la ciudad que recibirá la máxima justa
deportiva y marca un punto de partida.
Durante los juegos Olímpicos, en la antigua Grecia, en el
último día del evento, atletas, entrenadores y sacerdotes; participaban en una
procesión que abría un día lleno de banquetes y sacrificios de animales, el
toro era principal animal sacrificado. El motivo de esta ceremonia era para dar
gracias a los dioses por sus éxitos, a Zeus, en particular. Su altar fue
construido sobre las cenizas de los animales que anteriormente se habían sido
sacrificados allí.
La tradición de un banquete para dar por concluidos los
Juegos regresó en la era moderna, la mañana del domingo 12 de abril de 1896, el
Rey Jorge de Grecia organizó un banquete para funcionarios y atletas. El acto
oficial de clausura se llevó a cabo el miércoles siguiente, en el estadio
olímpico, después de haber sido pospuesto desde el martes por el mal tiempo y
la lluvia. Asistió la familia real a la ceremonia. Primero se ejecutó el himno
nacional de Grecia. Siguió la entrega premios que el rey otorgó a los
ganadores; a diferencia de la actualidad, los ganadores del primer lugar
recibieron medalla de plata, una rama de olivo y un diploma, el segundo lugar
recibió medallas de cobre, una rama de laurel y un diploma y el tercer lugar no
recibió premio. A continuación, los medallistas dieron una vuelta de honor
alrededor del estadio, y así nacía la vuelta olímpica moderna. Al finalizar los
honores a los deportistas ganadores se entonó el himno Olímpico. La ceremonia
concluyó cuando el rey anunció formalmente que la primera Olimpiada llegaba a
su fin, y abandonó el estadio, mientras la banda tocaba el himno nacional
griego y la multitud aplaudía.
En la actualidad, a diferencia de Ceremonia de Inauguración,
la clausura no tiene que cumplir con el rigor de elementos del protocolo
olímpico, muchos de los actos tienen más que ver con la aportación que haga
cada ciudad sede.
Antes de los Juegos de Melbourne 1956, si bien, había una
ceremonia de clausura, ningún equipo olímpico había marchado en este último
evento. Durante aquella edición en “Terra Australis” un adolescente
australiano, le hizo la propuesta el presidente del COI para cambiar la
ceremonia de clausura, decía que era muy aburrida y si marchaban banderas y
atletas juntos la haría más emocionante. La idea fue aceptada y a partir de
aquel año es uno de los números más festivos de la clausura. Se hace sin orden,
como muestra de paz y así, poder decir que el olimpismo es una sola nación. Los
atletas ya no tienen presión, ya convivieron en la villa olímpica, algunos
hasta novio o prometida encontraron, muchos regresaron días antes a su país, en
fin, todo es felicidad en los deportistas.
Posteriormente, fue en los juegos de
Montreal que los números coreográficos aparecieron, y a partir de entonces se
ha vuelto cada vez más espectacular la noche final.
Aunque es una ceremonia más informal, hay ciertos elementos
que se repiten cada cuatro años. Primero, se hacen honores a las banderas de
varios países; al país que despide la justa y olímpica, a Grecia como cuna del
olimpismo y al país que recibirá los siguientes juegos, la bandera olímpica
también es honrada. Se entonan los himnos correspondientes. Casi siempre se
entrega la medalla de la competencia que cierra los juegos, la maratón, y se
entona el himno del país ganador, siendo la ceremonia de premiación que más
personas ve.
Hay dos actos que soy especialmente emotivos. El primero es
el que se conoce como, la ceremonia de Amberes, se le llama así porque los
elementos protocolarios y la bandera olímpica nacieron en los juegos de aquella
ciudad belga en 1920. En este evento, el alcalde de la ciudad que organizó los
Juegos transfiere una bandera olímpica al presidente del COI, que luego pasa al
alcalde de la ciudad anfitriona de los próximos Juegos Olímpicos. Entonces, el
país anfitrión de los próximos juegos presenta algunos números artísticos. El
otro acto de alta emotividad y nostalgia es la extinción del fuego olímpico que
guió a los deportistas durante dos emotivas semanas a encender su fuego
interior, apagado el fuego todos lloran, bueno casi todos los que son muy
machotes no lloran.
El discurso final lo hace el presidente del Comité Olímpico
Internacional convocando a los países y los atletas del mundo a reunirse en
cuatro años. En los juegos olímpicos de México 68 entraron los mariachis y
entonaron las golondrinas, solo falto el limón y el tequila para que el dolor
fuera más intenso.
Así como el emotivo encendido del pebetero de Barcelona en
1992, ha sido difícil de superar, la entrañable despedida de Misha en 1980, no
se ha podido desbancar. Aun cuando la clausura, por si misma es, de siempre un
momento harto melancólico. Las emociones, victorias, derrotas, alegrías,
frustraciones que compartimos con los atletas del mundo, dicen adiós. Se espera
tanto estos quince días y pasan tan rápido, que parece como si no quisiéramos
que llegará la ceremonia de clausura. Sabemos que en cuatro años el mundo se
volverá a reunir, y regresará el fuego olímpico y el espectáculo del olimpismo
volverá a encender y encendernos la llama; pero no por ello deja de hacernos
derramar lágrimas y dejarnos una especie de vacío.
Hasta eso que el Misha fue muy valiente, pues solo derramó
dos o tres lágrimas. En 2014, los rusos volvieron a hacer llorar, durante la
clausura de los Juegos Olímpicos de Sochi, 34 años después volvió el hermano
polar de Misha, le acompañaban como mascotas Leopardo y a la Liebre; el oso se
acercó al fuego olímpico, dio un soplo helado y el fuego de Sochi se apagó,
nuevamente el oso volvió a llorar y otra vez a llorar, “óigame no tanta
lloradera no está bien”.
Aquí la última estrofa de la canción de Misha y el video
donde es apagado el fuego olímpico de Sochi 2014.
Los amigos se separan,
Pero la ternura permanecerá en su
corazón,
Vamos a cuidar de esta canción,
Adiós, es un hasta pronto.
FIN de los AUGURIOS OLÍMPICOS, hasta dentro cuatro años...
Amigos para siempre. https://www.youtube.com/watch?v=DNSVGMfzZEQ
Στο επανιδείν!