El Imperio bizantino, es la parte
oriental del Imperio romano que sobrevivió a la caída del Imperio de Occidente
en el siglo V, su capital fue Constantinopla (la actual Estambul, en Turquía) y
su duración se prolongó hasta la toma de ésta por los otomanos en 1453.
Cuando hablamos de la Edad Media,
solemos inmediatamente pensar en la victoria de los pueblos germanos sobre el
Imperio Romano, la “caída” de Roma y la formación de la Europa feudal.
Pero el Imperio en realidad no
cayo, continúo en Bizancio, mil años después en el Imperio Romano de Oriente,
esta región, junto con su gran ciudad, Constantinopla, se convirtió en la más
rica del mundo civilizado entre los siglo IV al XV.
La antigua ciudad de Bizancio es
de origen heleno, fue fundada como una colonia griega por habitantes de Megara
hacia el 660 a.C. En el año 330, Constantino el Grande la convirtió es su gran
ciudad y la nueva capital del Impero, "La Nueva Roma". El día de la
inauguración, el 11 de mayo, la ciudad lucía radiante; hasta ella habían
llegado tesoros de todos los rincones del Imperio, como la estatua de Zeus de
Olimpia. Cuando la Ciudad eterna, Roma, cayó a manos de los germanos,
Constantinopla se convirtió en una verdadera capital de las provincias romanas
orientales, la más rica del mundo cristiano y la más determinante durante siglos.
La historiografía ha llamado
Imperio bizantino a este periodo y región del Imperio romano, ya que con el
paso de los siglos sus instituciones, cultura, religión y arte fueron
adquiriendo características totalmente distintas a lo que había identificado al
gran imperio fundado por Rómulo y Remo.
Bizancio, a veces parece ser
víctima de una conspiración de silencio, la civilización occidental ha tardado
en reconocer la deuda que se le tiene a esta parte de la historia, que dio
continuidad a las ideas greco-romanas y fortaleció el cristianismo para
convertirlo en una religión católica.
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